martes, 1 de junio de 2010

Hacia 1975: Recuerdos de la Facultad de Economía, UES

* Recibido por correo electrónico hace algún tiempo. Lo publicamos por sus atributos literarios y porque corta un trozo de la historia de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador, en forma anecdótica. En algunos casos hemos omitido apellidos de personas poniendo puntos suspensivos entre paréntesis, con el propósito de destacar el suceso y no la referencia directa a las personas. El título bien podría ser Una hilarante lección sobre la ideología dominante. CIENCIA POLÍTICA. Usted, que tuvo buena educación, debería agradecer a sus maestros los doctores Manuel Sevilla por su habilidad para las aplicaciones del cálculo diferencial e integral a la Microeconomía (Y también porque les dio oportunidad para leer el Discurso Secreto de Nikita Krushov ante el XX Congreso y las Actas Tupamaras); al doctor Oscar Menjívar enseñaba que en Latinoamérica no hubo ni hay stricto sensu burguesía, en el sentido europeo, sino encomenderos, terratenientes y rentistas del monopolio comercial español con sus colonias y su aberrante descendencia. Con la misma frescura que explicaba la composición del Bloque de Poder latinoamericano, Menjívar disertaba acerca de la fortuna en amores de Nelson Chucho Romero, la cual atribuía a su fenotipo negroide y a su habilidad como bailarín folklórico. Recuerde un profesor español que se bañaba cada quince días, Exiquio Martínez, que implantó en su mente la habilidad para buscar la prueba empírica aplicando técnicas cuantitativas al análisis económico. Acuérdese que ese español que tomaba baños quincenales le hizo cursar simultáneamente Econometría y Economía Industrial para que aprobara ambas materias con la presentación de un modelo en equilibrio para el mercado de lácteos en El Salvador, mediante una Cobb-Douglas para tres variables independientes, completado el modelo de mercado con Función de Demanda estimada mediante Mínimos Cuadrados. Debería también incluir a Mauricio González Orellana, ideológicamente (...) (en política era de derecha y después se hizo Testigo de Jehová) pero un maestro, al final del día, competente con quien aprendió los misterios y los atajos de la Inferencia y del muestreo probabilístico. Usted, que preparaba exámenes con anotaciones de clase tomadas por Héctor Armando Maldonado, sobre temas de Ciencia Política dictadas al alimón por Rubén Ignacio Zamora, José Fabio Castillo y Pino Cáceres Chávez. Ellos glosaban la obra de Nikos Poulantzas en que muestra que lo específico de cada Modo de Producción es la irrepetible imbricación de sus instancias ideológica, teórica, política y económica. Con ellos se enteró de Samir Amín y que el imperio se derrumba por la periferia y no según el leninista axioma del eslabón más débil, teoría novedosa del cambio revolucionario cuya sola mención asestaba fuerte patada en los testículos de los teóricos marxistas de la Facultad. Fue así como Usted entendió porqué las ansias de liberación eran tan feroces y difíciles de ganar, precisamente porque la lección de Amín la conocen también los administradores del Imperio y los parásitos locales. De Herbert Marcuse aprendió la insuficiencia del análisis marxista de las clases sociales para entender la dialéctica de la historia. Asomó en su reflexión la planta recién germinada del final del socialismo de Estado y la revisión a fondo del estalinismo no sangriento, pero, a fin de cuantas, estalinismo. El punto de sus maestros era hacer comprender desde la izquierda que la parusía socialista no vendría en nuestros tiempos, que la humanidad, en tanto especie, madura con los siglos y que la realidad histórica es, en ese sentido, como la Idea Absoluta: que se realiza a medida que la historia se materializa. Recuerde a Ernest Mandel, ese magnífico trostkista, quien (de)mostró que, en el Socialismo real, la burocracia del Estado y del Partido usurpan el papel de la clase propietaria y usufructúa el excedente como dueños de los Medios de Producción. Sus entonces jóvenes maestros le enseñaron a temer –por amañado, como todas las apologías-, el manual Spiridonova, Atlas y Otros, de Economía Política; y lo formaron para aplicar rigurosos métodos econométricos preditivos donde los demás especulan y manosean conclusiones. Aquellos maestros le ayudaron a tomar distancia de la canalla académica que pululaba en la Facultad de Ciencias Económicas. Honre usted aquellos docentes de altos méritos que rescataron del olvido la Opera Prima de Marx, Der Grundrisses. Acuérdese de esta parrafada de en la clase del doctor Pérez Brignoli: En toda formación económica social, (Escucha esto, Daniel (...) y deja de dibujar el trasero de María (...)) la ideología dominante es la de la clase ídem; tal ideología (la defino con palabras del doctor Pino Cáceres-Chávez: Visión de mundo falsa, aunque persuasiva y coherente) disfruta de tremendo taquillazo en las capas medias cultas y las masas la asumen como propia y principal porque, primero, tal imagen / representación del mundo les fue grabada a fuego en sus conciencias desarrapadas de cuando eran chicos; y segundo porque la ideología burguesa (No dudes que sea cierto, Nelson Romerg Orantes aunque te vayas a casar (...) y de aquí en adelante vayas a pasar weekend en El Pacayal, la finca de tus suegros) consoladora y operativa, útil para ir pasando sin sobresaltos existenciales y sin importar si esa imagen/representación del mundo es o no objetiva, (Villalta Vela, cuida tus pocos cabellos. Pon atención, por favor, que luego sacas un tres y pides otra oportunidad) en el sentido que Friedrich Engels, capitán alemán de artillería; daba al concepto Objetividad. La ideología burguesa no provee el reflejo cierto de la realidad, en cambio le convence de que no necesita saber más, que le basta creer en la tramoya que le monta para que entienda, por ejemplo, que un salario bajo es la forma de remuneración que debe esperar. Que el Estado es un ente regulador pero en los conflictos se alinea con el rico porque esa es su naturaleza. Que si no le gusta, entonces, se alce en armas y entonces será perseguido hasta el aniquilamiento. En cambio si colaborara con el opresor este cumplirá lo mejor que pueda con su papel de empleador, juez, carcelero y colector de impuestos. La ideología es una visión lo que las clases dominantes desean que sea el mundo, historia y sociedad y desean que los demás piensen. Ellos, por ejemplo, saben que existe la lucha de clases, que es feroz e inacabable porque es consustancial al capitalismo, pero la presentan ante los oprimidos como algo que instigan los agitadores, resentidos, viciosos y malvivientes. Porque las personas decentes, dicen, son pacíficas y laboriosas por naturaleza y no gustan de problemas. Los intelectuales orgánicos (y los Aparatos Ideológicos) convierten la ideología dominante en discurso palatable para todos. Con su magia y el poder de los aparatos ideológicos, esa voluntad se hace discurso oficial, cultura, uso y costumbre, algo que aprendemos todos. (¡Hey Roberto (...)! tú puedes entender mejor esto que digo: La ideología de la clase dominante es como tu aberrada concepción de ti mismo y de tus circunstancias, que hace que te creas guapo e irresistible, y tragas sin masticar la mentira de que tu avispón verde, un Volskwagen desteñido del Sesenta, es un Mercedes Benz de este año del señor 1975, nave de fatal atracción por la que las muchachas hacen cola para que tú les concedas un rato en ese motel nuevo llamado El Intimo). La ideología sirve, suma y sigo, para inhibir al oprimido de tomar opciones de lucha, de oponerse a la explotación. La ideología burguesa ofrece alternativas fantasiosas de progreso individual. Las pruebas que ofrecen de éxito individual son ellos mismos y un par de casos entre sus valedores. La ideología pervierte a fuerza de engaño divertido y simpático, oculta o disuade al pobre de alzarse en armas y mascarse el caite con los opresores y ver así de a cómo les toca. Enseña al explotado a comer salteado mientras sueña que tendrá el paraíso cuando muera. El alienado reza de rodillas y pide al cielo con propósitos consoladores, no inspiradores. La ideología es un modo seguro de no enloquecer. Porque crea en el sujeto una suave y agradable noción de pertenencia al mundo y a la sociedad y no llega a enterarse que su persona ha sido suplantado por el rol en el montaje escénico de la vida. De hecho, hay locos que son más felices, y paradójicamente están más cerca de la realidad que muchos cuerdos. O sea, como le pasó a Raúl Avelar, malogrado matemático de esta universidad, quien vive en estado de gracia desde que, en el minuto anterior a quedar atrapado en la esfera de su locura, a media noche, se puso a gritar (Consta en las notas de Freddy Barrera) en el bar El Faro, implorando a los parroquianos: ─ ¡Detengan el mundo por favor! ¡Aquí me bajo! (1) La ideología parece buena y suficiente porque racionaliza-justifica la condición del oprimido otorgándole dignidad, buen porte y consistencia lógica. Le ayuda a ser un fracasado contento por ello. (Atienda esto, alumno Guillermo (...) y deje de lamentar su abstinencia de hembra desde hace un año y tres días). Sugiere al pobre que él es igual o más que los otros, inclusive, ante la ley, con las mismas oportunidades en la tierra y con garantías, previa indulgencia, de ir al cielo cuando muera. La ideología dice al pobre que habrá para él remuneraciones espléndidas en la tierra siempre que sea dueño de capital. Caso contrario tendrá que esperar la muerte para ir al cielo. Tal perspectiva, adobada de promesas deleitosas –las mejores más allá de este mundo, le da esperanza, optimismo, ganas de trabajar (¡Trabajo tenía que ser!) y también contento.(2) La ideología dominante no se atiene tan solo a sus encantos para garantizar la gobernanza y hegemonía. La clase en el poder asegura su dominio mediante represión policíaca o acciones los escuadrones de la muerte. He aquí una lista corta de factores suplementarios de la Ideología coadyuvantes para la reproducir la hegemonía burguesa: Las emanaciones tóxicas para la conciencia de los medios (des)informativos; más, la bazofia moral impartida en las escuelas por educadores borrachos y borrachas de todos los colegios y escuelas sin excluir los establecimientos educativos confesionales; más, los consejos de los amigotes de nuestros hijos e hijas; más, la propuesta individualista propagada por los amanuenses de los dueños de bancos; más: el vómito de literatura post realismo mágico, en particular las imitadoras del Gabo García Márquez, fueran estas chilenas o nicaragüenses; más: el mensaje social a tres bandas: amoral, apaciguador de masas y cómplice con el poder de la iglesia católica; más: la teología de la abundancia; más: la cansina y falsa historia de que la revolución llega cuando las fuerzas productivas entran en contradicción irreconciliable con las relaciones sociales de producción. En fin, que usted es piedra miliar de la academia. No lo desperdicie ni se rebaje a discutir bazofia neoliberal, neo estructuralista, neo cualquier cosa, porque de seguro se trata de refritos que adoptan los que no pueden inventar cosas como utopía socialista, y pratican al única forma de militancia clandestina que proscribe Lenin el revolucionario: la clandestinidad moral. Notas (1) Este es el párrafo completo: “Deténganse por favor un minuto, estudiantes parranderos habituales de La Praviana. Escuchen, no se hagan majes, les llamo por su nombre: bachilleres litigantes Luís (...) y Romeo (...). Profesores del Liceo (...) de Orlando (...), ilustres educadores Dagoberto (...), Baltasar (...), Manuel (...), Gladis (...), Fredy (...), Mario (...) : ¡Ayuda, por favor! borrachos consuetudinarios de la Plaza Libertad como Raúl (...), René Sopa de Res; músicos del Combo Latino y su inmortal Mambo Número Ocho; cantadores de tangos llorones a cambio de un trago; tríos con guitarra, requinto y maracas. A todos los parroquianos incluyendo a Carlos (...), aunque anoche destrozó a balazos este bar con un fusil cheko prestado por los chafas. Amigos míos compadézcanse de mí, por favor. Escuchen, maricones emblemáticos de este bar y de la Calle Arce, La Negra Dávila, La Narda, La Caro, La Topo Gigio, y sus padrotes René (...), amigo mío desde la Escuela Rosales y Luís (...), macho padrote finisemanal de Walter (...). A todos ustedes, bohemios y malvivientes; depresivos y eufóricos; miren bien a este hermano de ustedes y háganme el bien. Detengan el mundo por un minuto ¡Párenlo por favor! Aquí me bajo”. (2) Anotación al margen de Héctor Armando Maldonado: De manera compleja aunque discernible, la ideología dominante necesita, para serlo eficazmente, ser compartida parcial e hipócritamente por las clases dominantes, sus fracciones y fuerzas sociales. *