lunes, 28 de octubre de 2013

Sobre la transparencia en la UES

LA UES DEBE SER AUTÓNOMA CON TRANSPARENCIA

Oscar A. Fernández O.

El principio de autonomía universitaria ha sido muy discutido en la historia de las Universidades Públicas, y aunque sus alcances se han precisado en las respectivas leyes orgánicas, intereses políticos lo han tratado de desvirtuar, como en el caso de quienes identifican autonomía con extraterritorialidad o peor, con impunidad. 

Es compromiso permanente del Estado respetar irrestrictamente la autonomía para que las instituciones de cultura superior se organicen, administren y funcionen libremente, y sean sustento de las libertades, jamás como fórmula para crear feudos que implique un derecho territorial por encima de las facultades originales del Estado.

La autonomía fue ganada por la UES para que pudiese cumplir sus funciones sin injerencias externas y ajenas, que le dificultarían el cumplimiento de aquéllas conforme a los principios académicos y de proyección social, para que la educación que se imparta se encuentre libre de todo dogmatismo o ideología.

La autonomía económica de la UES, consiste en la administración de su patrimonio. Este es un aspecto de particular importancia. Las universidades públicas no pueden cubrir sus necesidades con recursos propios, lo que hace necesario que el Estado les otorgue un subsidio. Recuérdese que las universidades cumplen funciones que al Estado corresponden. Luego, el subsidio es una obligación de éste, no un acto de gracia.

No obstante, a través del subsidio el Estado podría, llegado el caso, tratar de influir en las universidades, y es por ello que se ha entendido que la autonomía, desde el punto de vista económico, implica que son las propias universidades las que determinan en qué materias y en qué proporción se gastarán los recursos. En consecuencia, la autonomía económica tiene especial importancia a pesar del otorgamiento de los subsidios. Con los enormes gastos que una universidad pública realiza no es posible que los efectúe con sus propios recursos; luego, autonomía no es sinónimo de autosuficiencia económica. 

Aunque el Rector de la UES ha declarado, contrariando la lógica, que la Universidad Nacional no funciona por el presupuesto asignado, sino por la “eficacia” con que se administran sus fondos propios (sic!), que además sólo él sabe a cuánto ascienden en realidad.

Las instituciones que reciben fondos provenientes del Estado, suelen publicar sus estados contables y entregarlos al órgano de fiscalización, como principio de transparencia y rendición de cuentas. El manejo de sus recursos económicos no debe prestarse a duda o suspicacia algunas. 

La universidad, en este aspecto, debe ser una caja de cristal. Este no es, lamentablemente el caso de la Universidad de El Salvador hoy en día, pues es prácticamente la única institución pública, que no liquida su presupuesto en tiempo, según el Ministerio de Hacienda.

En medio de todo este ambiente poco claro de administración de las autoridades actuales, en dónde algunos señalan evidentes indicios de corrupción y otras desviaciones, se ha suscitado un enfrentamiento dirigido contra el Gobierno y en parte contra la Asamblea Legislativa, pues se dice que de manera malintencionada, se está privando a la UES de su presupuesto y esto amenaza con una supuesta “crisis” sin antecedentes.

Nada más falso. Las autoridades centrales de la UES (Rectoría y CSU), se han parapetado en un argumento baladí y malicioso, pues dicen que se les adeudan quince millones (por su parte, la Asamblea General Universitaria, sostiene que son casi nueve millones de dólares y otras voces allegadas al Rector sostienen que siete, lo cual es poco serio) para poder terminar el año fiscal 2013, y debe reforzarse con una cantidad equivalente, al presupuesto del 2014, al cual ya se le trazó un techo de acuerdo a la situación financiera del Estado, que no está en período de bonanza, sino más bien en déficit.

El gobierno y la fracción parlamentaria del FMLN, están tratando de conseguir una cantidad que aunque menor, podría amortiguar el problema. Pero la verdad, es que por más que se planteen cifras, estas no han podido ser contrastadas con los informes financieros de la UES, porque los mismos (cuando los hay) no representan la realidad y se contradicen. El Ministerio de Hacienda plantea que la UES no finiquita su presupuesto, aun cuando éste proviene del dinero público.

Es oportuno recordar, para quienes tratan de olvidarlo, que han sido los Diputados del FMLN (especialmente los de la Comisión de Hacienda y Presupuesto), los que han logrado, después de sortear a la oposición derechista, quienes han conseguido asistir al problema presupuestario de la UES.

La UES debe volver a ser la conciencia crítica del país, territorio de emancipación, en donde se examinan y cohabitan todos los pensamientos científicos y políticos. Estos aspectos influyen en el sistema político y en el propio Estado, sobretodo hoy que las políticas progresistas y de izquierda, tratan de reconstruirlo después de la debacle propiciada por la privatización desaforada, para convertirlo en un Estado de iguales que deba repartir la riqueza producida por la nación.

Estas actitudes mezquinas y nebulosas en la forma de administrar la UES, retardan y complican esta pretensión, por demás histórica.

Las relaciones entre la UES y esta nueva proyección Estado deben ser de mutuo respeto (el Gobierno ya no es el enemigo de la UES, como lo ha sido en el pasado reciente), cada quien debe actuar dentro del campo de atribuciones que le corresponde. El país pierde cuando se quiebran estas relaciones de respeto. La UES debe estar comprometida con los problemas de la nación y deben auxiliar en su solución.

Las universidades en el cumplimiento de sus funciones se encuentran con las siguientes limitaciones: 

1. Realizar sus funciones bien y no las que no le corresponden; 

2. Respetar el orden del Estado, salvo que éste sea maneje de forma abusiva; 

3. Actuar libre y responsablemente, es decir, sin libertinaje ni anarquía, y 

4. Los recursos económicos de que disponga, deben ser suficientes para que pueda cumplir adecuadamente con sus fines, a la vez que deben utilizarse con pulcritud y transparencia, presentando al pueblo y a la comunidad universitaria las cuentas claras. 

La transparencia es fundamental para poder discutir y avanzar en la reforma universitaria.

Llevamos intentando desarrollar la reforma universitaria al menos veinte años sin que los frutos hayan sido mayores, en buena medida porque estamos discutiendo sobre un universo del que se conoce poco y digámoslo también con claridad, del que desde las misma universidad se quiere conocer poco, porque una reforma afecta intereses, toca privilegios y entre más profunda es la reforma más profundos son los intereses y los privilegios que se verían afectados.

Hay una misión en traslucir la vida universitaria, que tiene como corolario el fortalecimiento de las comunidades y los individuos que forman parte de la UES, en detrimento de las burocracias y los distintos núcleos de poder formal e informal, es decir, que grupos de profesores, autoridades y otros grupos de personas con dudosa estatura moral, se han enquistado, que han sido parte de su crecimiento, debilitando el poder de las entidades académicas y las instituciones gremiales históricas construidas en la UES.

Es ya una práctica “normal” que la planta académicas se refuerzan a partir de su propia producción de egresados y de una manera clientelar, sin que medie la meritocracia, no se ha construido un sistema como tal por la opacidad y por la discrecionalidad en la manera de ingreso, permanencia y promoción en la carrera académica, visto así, el peor enemigo de la universidad pública es el silencio, como desde hace años venimos señalando, y el silencio hace que se vuelva natural el statu quo y que no haya apremio para cambiarlo. Sabemos que el conocimiento es poder, el conocimiento es subversivo y tenemos que conocer que es lo que está pasando en las universidades para quienes las quieren cambiar en detrimento de quienes se benefician del estado de cosas actual.

El país va en un proceso de democratización y cambios, y hay una competencia abierta por recursos escasos; la manera legítima en que la UES compita por recursos escasos es saber su desempeño, no puede ser ya la decisión discrecional del funcionario en turno, eso ya dejó de ser, tampoco está bien que la decisión surja sólo de la Asamblea o de la defensa que hace el grupo parlamentario del FMLN. 

Tiene que haber criterios objetivos para saber qué se está priorizando, qué se está reconociendo, y eventualmente qué conductas se están penalizando; es decir, los recursos escasos siempre van a ser escasos y la competencia por esos, recursos llegó para quedarse, nos conviene que esa competencia sea lo más transparente posible y que quede en la menor medida en manos de la discrecionalidad.
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