lunes, 22 de febrero de 2016
175 Años de la UES
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A 175 AÑOS DE LA
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR:
UNA NECESARIA
TRANSFORMACIÓN
Oscar
A. Fernández O.
En
la reunión internacional de la UNESCO, celebrada en 1998, se explica
que la agenda para la Reforma Educativa (un eufemismo, porque estamos
en presencia de una regresión histórica de enorme magnitud) "está
orientada por el mercado más que por la propiedad pública o por la
planeación y la regulación gubernamentales". Luego agrega que
"la dominación, en casi todo el mundo, del capitalismo de
mercado y los principios de la economía neoliberal se encuentran en
la base de la orientación por el mercado de la educación media
superior y superior". Los conceptos fundamentales de la agenda
del BM para la docencia y la investigación universitarias son:
privatización, desregulación y "orientación por el mercado".
En este contexto la Universidad de El Salvador, celebra sus 175 años
de fundación y de lucha contra la perversidad de los poderes
económicos por colocarla a su exclusivo servicio, lo cual ha
implicado en varias ocasiones el uso de la fuerza con una brutalidad
inimaginable. Prueba de ello es la larga lista de heroicos y heroicas
universitarios que han dado su vida en la lucha por la prevalencia de
la razón en contra de la irracionalidad del poder desmedido.
Actualmente,
con mayor énfasis que nunca, las evidentes deficiencias heredadas de
nuestro sistema educativo y los reiterados reveses de la mayoría de
estudiantes en todos los niveles de las instituciones públicas y
privadas, nos van expandiendo tanto la conciencia de la necesidad
como la gran limitación de la formación así entendida. La certeza,
está sin duda centrada en la ausencia de producción de pensamiento
estratégico, la carencia de una conciencia crítica y el cada vez
mayor predominio de los valores culturales autoritarios, hedonistas y
consumistas que se reproducen con rapidez en todos los ámbitos de
nuestra vida social y cultural, impuesta por un régimen formativo
neoliberal en función de la expansión del mercado.
Por
su parte, las teorías autoritarias conservadoras sobre el
aprendizaje, como legado de un análisis mecanicista intelectualmente
ya superado, pero vigente en este sistema, establecen su énfasis en
lo hereditario que se traslada al campo social y sirve para
justificar las grandes desigualdades.
Está
claro que la educación puede servir para dar un respaldo fundamental
al proceso de repensar el Estado y construir la democracia popular o,
por el contrario, puede colaborar en la preservación de un statu quo
excluyente y autoritario, según sea la modalidad que adopta en
concreto. Esto significa, en otras palabras, que el proceso hacia la
democracia real, necesita de las universidades y del ejercicio
responsable de las funciones básicas de educación, investigación y
extensión, la crítica y la elaboración de propuestas, en el
contexto de una educación social integradora, no excluyente.
La
Universidad de El Salvador tiene asignado un papel histórico
privilegiado que está desperdiciando, ayudar al país a construir
procesos democráticos populares, en virtud de que las materias
primas de su funcionamiento cotidiano son los contenidos y los
métodos de la ciencia, la filosofía y el arte. Estos son necesarios
para orientar la educación y desarrollar la cultura en direcciones
favorables al desarrollo integral humano con equidad y cuidar la vida
del planeta. Tales actitudes y acciones, son iguales a las que
requiere el desarrollo político hacia la justicia, paz y la
democracia participativa.
Las
deficiencias educativas y administrativas que oscurecen el futuro
inmediato de la Universidad, son sólo la acumulación histórica de
los últimos veinte y cinco años de bloqueo y neoliberalismo, en
dónde según las oligarquías políticas ultraconservadoras, debió
privatizarse por ser una “carga” del Estado. Este pensamiento se
concretó en la proliferación descontrolada de las Universidades
privadas, que provocó una monstruosa mediocridad de la educación
convertida en mercancía, mientras se abandonaba la enseñanza
superior pública a su suerte.
Nuestra
Alma Mater, en estas condiciones no da más. El gobierno del FMLN y
la sociedad entera, debemos entender que si no se rediseña y se
diversifica la educación superior, desarrollando la UES y los
Institutos Técnicos Especializados, a todo lo largo y ancho del
país, con un presupuesto adecuado y una exigencia académica de alto
nivel, El Salvador seguirá siendo la sombra de un país consumidor
de conocimiento ajeno, incapaz de diseñar y hacer efectivas
novedosas políticas de progreso social y desarrollo equitativo.
La
generación de conocimiento y de ciencia, son misiones esenciales de
la Universidad. El pensamiento crítico, en el sentido de pensamiento
dispuesto a enfrentarse a la validación real y social, es también
objetivo esencial de la ciencia.
Es
necesario reiterarlo y demostrarlo: la Universidad de El Salvador
(UES) ha de asumir su compromiso histórico con la cultura, con la
educación y con la construcción de la democracia popular y la
cultura de la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad.
Es necesario recordarlo y demostrarlo: la Universidad pertenece al
pueblo salvadoreño, la Universidad Nacional es un bien de todos y
todas las salvadoreñas; la Universidad debe trabajar para el pueblo
y su razón de ser es el pueblo.
La
Universidad es el más valioso patrimonio cultural, el más digno de
los afanes colectivos, el más sensible de los esfuerzos del
valiente, noble y trágicamente mal tratado pueblo salvadoreño.
Los
derechos constitucionales que definen la autonomía universitaria nos
hacen doblemente responsables: de un lado, somos responsables de un
honrado y escrupuloso ejercicio de los recursos públicos; del otro,
somos responsables de un esfuerzo creciente por educar y formar
ciudadanos comprometidos con la convivencia democrática, el
desarrollo social, la solidaridad y con la equidad en el ejercicio de
los derechos y el cumplimiento de las obligaciones, para que
prevalezca la razón y la justicia sobre cualquier otra cosa.
Tarea
social por excelencia, la formación científica sobresaliente de la
juventud, está presente en los medios y los fines de nuestra Alma
Mater. No podemos ser ni existir sino para corresponder a las
expectativas de profundidad académica que nos exige el desarrollo
científico humanista de la sociedad.
La
Universidad de El Salvador tiene una historia cultural y educativa
que ha enriquecido la vida social, política y económica de la
nación. Nos antecede una variada voluntad de cultura, una rica
expresión artística, una diversidad de ideas y un empeño
permanente por transformar la vida en común, desde una perspectiva
histórica y social. Lamentablemente todo esto fue arrasado por la
irracionalidad de las dictaduras militares y la insensibilidad
arrogante e intolerante de un modelo económico oligárquico
productor de pobreza y atraso social, que golpea como nunca los
cimientos de esta vilipendiada nación salvadoreña, frente a la
impavidez cómplice de muchos que sirven a ese poder. Declarados
enemigos de la Universidad y del conocimiento científico, han
bloqueado su desarrollo, sumiéndola en el estancamiento, con
intenciones de apropiársela para convertirla en una cantera de mano
obra calificada, que apuntale su derruido proyecto político.
Nosotros,
hijos de esta Universidad, también tenemos una cuota importante de
negligencia en esta deshonrosa situación, pues hemos permitido que
en su seno campee la mediocridad, el oportunismo y la prevalencia en
muchos casos, de los más aberrantes propósitos egoístas.
Sin
embargo, la mayoría de estudiantes, profesionales, académicos,
trabajadores y profesionales que hoy comparecemos al llamado de la
Alma Mater, seguimos formando parte de la actitud universitaria que a
través de décadas antepuso la razón a la barbarie, las ideas a las
armas, el diálogo al silencio, el debate a la aceptación
incondicional de las ideas, el conocimiento a la ignorancia y la
resistencia crítica a cualquier forma de determinismo cultural o
político, pero que también luchó a la par del pueblo, cuando tuvo
que hacerlo. Por eso es menester recordar también, en nombre del
avance cualitativo histórico de esta Universidad, a todos aquellos
hijos e hijas que dieron su vida por la libertad del pueblo y a los
cientos de nobles universitarios y universitarias que fueron
masacrados por las salvajes dictaduras militares.
Con
esta misma convicción debemos construir la nueva era de la
Universidad; orgullosamente pertenecemos a una comunidad
universitaria capaz de afrontar el reto de fortalecer el liderazgo
político y cultural de nuestra Educación y los cambios
fundamentales que necesita este país. Adelante universitarios y
universitarias.
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